30 Mil Mariposas
EL VUELO DE LA REBELDÍA Y LA ESPERANZA
Esta obra que tanto se refiere a los vuelos, al movimiento y al aleteo de las mariposas presenta en su esencia una fuerte determinación de pisar tierra firme, de ahondar en lo profundo.
Esto se expresa mediante la elección del instrumental, mediante el papel otorgado a las cuerdas graves y mediante la seguridad y contundencia que transmiten sus movimientos. El resultado es que no hay en “30.000 mariposas” espacios para la duda, la ambigüedad ni la indeterminación.
Se torna difícil separar el análisis formal del contenido histórico, social, afectivo y emocional al que se refieren los sonidos y las combinaciones de los mismos. Contenido al que aportan también el título y la dedicatoria: 30.000 mariposas A Celia, a Ernesto, a Eduardo.
Sonidos graves y timbres cálidos que tienen la intención de otorgar seriedad a la rebeldía. Situaciones de un gran impacto social e histórico se manifiestan mediante bloques sonoros, compactos y poderosos. Puede entreverse en el autor la rebeldía de trastocar los mandatos por el lugar más inesperado al invertir las jerarquías habituales de los instrumentos haciendo resaltar los instrumentos más graves de la orquesta de cuerdas.
“30.000 mariposas” privilegia lo colectivo sin negar las individualidades, por eso es la relación armónica la que predomina con respecto a lo melódico y a lo rítmico a lo largo de toda la obra.
Las mariposas nos dicen a través de la música: no a la lógica, no a la prudencia, no a la inmovilidad, no al conformismo (como lo manifiesta el subcomandante Marcos en un texto en el que se basó el autor para componer la obra).
El desarrollo de esta composición consta de tres movimientos.
I – Mariposas amarillas. El comienzo
Imbuidos en un clima misteriosamente envolvente es imposible abstraerse de la trayectoria que recorren las mariposas en su vuelo hacia el mar. La profundidad de los sonidos convive con una velocidad tan calma como firme que hace sentir al oyente la sensación de habitar el interior de los sonidos.
II – Mariposas blancas - La pausa
El vuelo pausado, los silencios expresivos. Los vaivenes melódicos representan individualidades que refuerzan la idea de conjunto. Son pequeños juegos melódicos al servicio del todo.
Tanto el primero como el segundo movimiento dejan la sensación de haber terminado anticipadamente, al igual que las vidas truncadas de los 30.000 desaparecidos.
III – Mariposas rojas - La continuidad
Esta parte con la que termina la obra dura la mitad de la totalidad. Por este motivo, más que como un final, se escucha como una continuidad, instalándonos en un movimiento continuo. Su andar refleja tanto el camino que estamos recorriendo ahora como el que seguiremos recorriendo en el futuro.
Laura Rojas (Laura García Vázquez), 20 de mayo de 2010