LUIS ROJAS

 

REFLEJOS

(1992)

Reflejos es, dentro del universo compositivo de Luis Rojas, una obra especial por dos razones: por su duración y porque posee la particularidad de que, en cada interpretación, su sexto movimiento es la “inclusión” de otra obra, siempre diferente, del propio autor. Así está indicado en la propia partitura.

 

Está compuesta para un ensamble que incluye pícolo, flauta, oboe, clarinete, saxo alto, violín, viola, violoncello y contrabajo. En sus ocho episodios o movimientos despliega un relato signado por una serie de sucesos musicales que uno podría asociar a diferentes relatos hilvanados alrededor de un hilo conductor…una historia, que puede ser también el material sonoro de las futuras obras del compositor.

 

Particularmente este rasgo “narrativo” se corporiza en el cuarto movimiento, los distintos timbres, especialmente de los vientos, nos sugieren personajes recorriendo la escenografía sonora tan personal diseñada por el autor. Cada uno puede construir su propio cuento infinito dentro de ‘Reflejos’.

 

Esta obra, como su nombre lo señala, refleja otros sonidos antecesores y posteriores a ella, es particularmente expansiva (no siendo esta una constante del compositor) y este rasgo se afirma durante todo su desarrollo, pero muy particularmente en su última parte, explícita e implícitamente, de la mano de su duración y recorrido sonoro. Es final, y a la vez, comienzo, es atardecer, y a la vez, amanecer.